Artículo escrito por: Ma. Isabel Fernández
Reportando desde – Museo Arocena
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Reportando desde… EL MUSEO AROCENA

EL EDIFICIO AROCENA: REFLEJO DE UNA BELLE ÉPOQUE LAGUNERA

El Edificio Arocena es uno de los inmuebles más emblemáticos de la ciudad de Torreón, no sólo por su notable arquitectura, sino también por su modernidad. La magnitud, ubicación y lapso constructivo -de 1919 a 1920-, son indicadores de la fuerza laboral y de capital que lo impulsaron: un capital que provino principalmente del campo algodonero. Su sola existencia es reflejo del lugar social y una consecuencia natural de la riqueza generada.

 

El Edificio Arocena, con sus tres niveles construidos en concreto y acero, e interiores decorados al estilo modernista, retoma un modelo arquitectónico prácticamente trasplantado de los inmuebles que pueden encontrarse en la región norte de España a imagen de otras construcciones en Bilbao y San Sebastián. Desde el inicio, mantuvo al menos tres funcionalidades:

  • a) uso comercial en la planta baja
  • b) administrativo en el primer piso

y

  • c) habitacional en el tercer nivel -donde se ubica actualmente la Casa Histórica Arocena-.

De esta manera se aseguraba el valor económico del inmueble y su mantenimiento a partir de los recursos generados por la misma propiedad.

Para 1920 el crecimiento de la ciudad de Torreón era vertiginoso. El primer censo nacional (1895) muestra que el núcleo urbano de la Villa de Torreón comprendía a tan sólo 3,969 habitantes. Para la época en que se construye el Edificio Arocena, veinticinco años después, la ciudad ya contaba con 50,902 habitantes concentrados en su mayoría en núcleo urbano.

Empresas textiles como La Fe y La Constancia, agroindustrias de aceites y jabones como La Unión y La Alianza, metalúrgicas y fundidoras como la Compañía Metalúrgica (ahora Peñoles) y la Iron Works sustentaban ya en ese entonces la economía de la ciudad. Como consecuencia lógica surgieron también sucursales para los servicios financieros como el Banco Nacional de México, El Banco de Londres y México, El Banco de La Laguna, El Banco de Chihuahua, El Banco Wah Yick y El Banco Americano, entre otros. Cientos de comercios y varios mercados como el Alianza y el Juárez ofrecían toda clase bienes y servicios. Incluso desde entonces ya operaba la casa comercial Soriana (1905).

En resumen, la década de los veinte es una especie de Belle Époque lagunera donde la población comienza a disfrutar de la modernización de la ciudad. Un escenario donde familias de empresarios, como la de los Arocena, encontraron un terreno propicio tanto para los negocios y las actividades mercantiles, como para la intensa agenda social que combinaban en sus constantes viajes a Estados Unidos y Europa.